Los profesores del IES. Sácilis, convencidos de la utilidad de la literatura en general, y de la poesía en particular, nos vemos en la necesidad de plantear esta experiencia educativa como un recurso más para abordar la noble tarea que significa impartir clase. Nuestra esperanza es que algo cambie, que nuestro centro se enriquezca con nuevas prácticas, y que lo haga mediante cauces que incentiven día a día nuestro trabajo.


¿Qué pretendemos con EL POEMA DE LA SEMANA?

  1. Fomentar la lectura como uno de los actos que más dignifica al ser humano, apoyando los objetivos del Plan de lectura y biblioteca.
  2. Cambiar, mediante pequeños gestos, el día a día de nuestra labor docente para modificar y mejorar el ámbito en el que trabajamos, recurriendo en este caso a un “arma poderosa”, como es la poesía.
  3. Colocar un poema en la entrada del centro, en un espacio creado para tal fin, además de en otros lugares como pasillos, clases, o en el entorno virtual de las TIC.2: Blog “Poema de la semana”, facebook, instagram...
  4. Romper entre nuestro alumnado y, en general, en toda la comunidad educativa, los prejuicios que se tienen acerca de este género literario: la poesía no es aburrida, ni difícil de leer, ni es un desahogo romántico, o algo cursi...
  5. Mostrar su utilidad real: la poesía sirve para pensar despacio, para aprender a amar las palabras, para atenuar la violencia verbal y conocernos y comunicarnos; sirve para ligar, para sonrojar a un chico o a una chica, para consolar, para regalarla...La poesía es como un inmenso botiquín con toda clase de medicamentos que curan la ansiedad, la soledad, el insomnio, la melancolía, los enfados, las migrañas, los dolores del amor...Nos ayuda a entender mejor nuestros sentimientos y a leer mejor en los demás; a sentirnos rodeados de belleza; a rebelarnos contra el mundo... Además un poema puede leerse a cualquier hora del día o en cualquier lugar: en el café; mientras hacemos el trayecto hacia el instituto o trabajo en coche, bus o tren; esperando en la consulta del doctor o en la oficina de correos; a la hora del almuerzo, la cena; o en la cama, antes de dormir...
  6. Difundir la obra de nuestros poetas contemporáneos y enriquecernos con su mirada sobre el mundo actual, ampliando sus límites y fronteras.


EL POEMA DE LA SEMANA se inicia con la ilusión de que todos los compañeros, padres y madres y, cómo no, todos los alumnos, participen en esta novedosa actividad. Simplemente leyendo los poemas o incluso (¡qué gran éxito sería para nosotros!) proponiendo poemas para su difusión en este espacio o divulgando la existencia del proyecto a través de cualquier cauce. Por tanto, es a la par un lugar de encuentro y un sitio abierto a toda la comunidad educativa del IES. Sácilis.


lunes, 25 de abril de 2016

Soneto de Cervantes

Don Quijote de Antonio Saura


           En el silencio de la noche, cuando
ocupa el dulce sueño a los mortales,
la pobre cuenta de mis ricos males
estoy al cielo y a mi Clori dando.
    Y al tiempo cuando el sol se va mostrando
por las rosadas puertas orientales,
con suspiros y acentos desiguales
voy la antigua querella renovando.
     Y cuando el sol, de su estrellado asiento
derechos rayos a la tierra envía,
el llanto crece y doblo los gemidos.
     Vuelve la noche, y vuelvo al triste cuento
y siempre hallo, en mi mortal porfía,
al cielo sordo, a Clori sin oídos.

En el Quijote, Primera parte, capítulo XXXIV, Lotario a Camila

 
Suspira Lotario por los huesos de Clori en estos versos, y es un suspiro en endecasílabos rimados en consonante, 14, para ser más exactos, como corresponde a la estructura clásica de un soneto. Es un poema de desamor, de queja a Clori y a los cielos por no ser correspondido, por notarse Lotario ignorado a partes iguales por su dama y por la divinidad a la que se encomienda: al cielo sordo, a Clori sin oídos. La cosa es que todo es mentira, y Lotario es un impostor, y ahora explicaremos por qué. Estamos hablando de un poema que se encuentra en el centro de una novela, El curioso impertinente, que a su vez se encuentra dentro de otra novela El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha. Capítulo 34 de la primera parte. Y aunque parezca un lío tiene explicación: don Quijote y Sancho llegan a una venta, y es allí donde el ventero saca unas hojas (novela El curioso impertinente) que encontró en la maleta de otro huésped y, a continuación, el cura Pero Pérez comienza a leerla. Resumo “wikipedianamente”:  Es la historia de dos amigos llamados Lotario y Anselmo, y de la esposa de éste, Camila. Anselmo, presa de una impertinente curiosidad, pide a Lotario que corteje a Camila, para saber si ésta le es fiel. Al principio, Camila rechaza indignada las pretensiones de Lotario, y Anselmo queda muy satisfecho de la fidelidad de su mujer, pero decide que Lotario insista… El soneto es una triquiñuela de Lotario urdida con Anselmo, el marido, para seducir a Camila, pues el amor hacia Clori es un amor fingido; pero es Camila quien sucumbe y queda impresionada ante la supuesta sensibilidad y el talento de Lotario. El final de la historia no os lo cuento, pero os lo podéis imaginar.

Después de darle muchas vueltas a qué poema elegir para rendir nuestro pequeño homenaje al gran don Miguel de Cervantes, y al libro, en su día internacional, que como sabéis es el 23 de abril (día en que se entrega el galardón más importante de nuestras letras, El Premio Cervantes), he escogido este soneto como poema de la semana por su sencillez y cercanía, pues un poema escrito en los albores del siglo XVII está muy alejado, en principio, de los poemas que hemos leído a lo largo de este curso, y no os quería asustar; y también por su temática, porque ¿quién no ha suspirado como Lotario (aunque en el caso de éste sea mentira) por un ser del que ha estado o está enamorado y no ha sido correspondido? Y no os preocupéis, si no os ha pasado, os pasará y lo pasaréis mal, y también eso pasará. Otra curiosidad del poema de esta semana es que Cervantes, además de utilizarlo en el Quijote, también lo hace para abrir la jornada III de su comedia La casa de los celos.

Sobra decir que el Quijote es la novela que más ha influido en la narrativa universal, y también la culpable de eclipsar parte de la obra del genial escritor, porque Cervantes además de novelista, también fue dramaturgo y poeta. Se la considera la fundadora de la novela moderna, y yo añadiría de la posmoderna. Todos los hallazgos novelescos de todos los autores contemporáneos a los que he leído, todos los que han indagado en nuevas formas de narrar, en nuestra lengua o en otras, de una u otra manera ya están en el Quijote. Cervantes abrió los caminos por donde el resto de novelistas han ido transitando con mayor o peor fortuna a lo largo de la historia. El Quijote es el segundo libro más leído de la historia después de La Biblia. Otro don Miguel, esta vez, de Unamuno, lo defiende en uno de sus sonetos como un evangelio más; os recorto algunos versos: Tu evangelio, mi señor don Quijote, […] me vuelvo a los gentiles y les hablo
tus hazañas, /haciendo de San Pablo
de tu fe, […]/ forjaré universal el quijotismo.
Me uno a Unamuno en la consideración del Quijote como un evangelio, un manual de vida o una guía vital y espiritual. Intentaré explicarme: además de todos los logros estructurales de los que ya hemos hablado, para mí el personaje de don Quijote es un ente de ficción más real que la mayoría de la gente con la que me cruzo a diario por la calle. Pero antes de seguir os voy a confesar una cosa: muchas veces había oído yo y leído hablar del Quijote como una obra maestra de la Literatura universal, y durante mucho tiempo, incluso después de haber estudiado Filología, no entendía muy bien por qué. Fue hace cuatro o cinco veranos cuando la grandeza del Quijote, a través de intensas lecturas, se me reveló, y de pronto todo lo que había leído y escuchado cobró sentido.  Os decía que para mí es más real que algunas personas con las que me cruzo a diario, y la causa es su inmensa humanidad. Don Quijote es muchas cosas, pero es sobre todo bueno. E ingenioso, como nos adelanta Cervantes en el título, e inocente como un niño, y admirable como un sabio; y es un personaje que convierte la imaginación en vida y la vida en imaginación; un personaje capaz de sobreponerse a todos los obstáculos que la vida le va poniendo en el camino sin rendirse jamás. Don Quijote es un ser que desea el bien y la justicia, y ese anhelo, junto a su amor, Dulcinea, se convierten en el gran impulso de todas sus aventuras; un personaje que es capaz de defender con inapelables argumentos las más complejas disquisiciones morales a lo largo de todo el libro. Don Quijote se toma la vida tan en serio, que a los cincuenta años, más allá de dejarse llevar por el abatimiento y el tedio, decide inventarse a sí mismo y jugar al juego de ser Caballero andante e ir en busca de aventuras al lugar donde menos aventuras podían ocurrirle a nadie en esa época: La Mancha a principios del siglo XVII. Y la grandeza reside en que las consigue, consigue vivir aventuras que se perpetuarán a lo largo de los siglos. Don Quijote ama sin límites y es, en resumidas cuentas, feliz. Después de lo contado, ¿es don Quijote un loco, o no pasa esa supuesta locura a un segundo plano? Por todo lo que acabo de expresar, el personaje de la triste figura se convirtió en mi vida en algo tan presente y real, que no puede dejar de ser el paradigma que me acompañará siempre. Porque siempre vuelvo a su manantial inagotable.

A don Quijote me lo encontré por primera vez en una biblioteca.  Ahora tengo varios ejemplares de la obra en la mía. A veces, en silencio, me paro a contemplar mis libros, cada vez más numerosos, y oigo un rumor de voces que se confunden y entremezclan y quieren salir de las páginas para volver a mi imaginación: son todos los personajes de todos los libros que me he leído a lo largo de mi vida. Por este motivo, en casa, aunque no haya nadie, jamás me siento solo. Me encanta leer. Me encantan los libros. Lo digo orgulloso y complacido. No hay un día en todo el año en el que no lea, que no abra alguno de ellos y se ponga en marcha en mí el complejo y misterioso engranaje de la imaginación. Necesito la lectura tanto como respirar, comer o beber. Pero no siempre fue así. Hubo un tiempo en que leer me parecía una actividad muy aburrida y muy trabajosa, hasta que un día en mi adolescencia, obligado, pero también aconsejado por un profesor de Filosofía, cayó en mis manos Siddhartha, la gran novela de Hermann Hesse y fue ella la que me sacó de mi letargo. Sé que ya os ha pasado a muchos de vosotros, y sé también, estoy convencido de ello, que a quien no le haya sucedido, le sucederá. Para mí, todos los  días del año son el día del libro. Y como leer es algo que me hace muy libre y muy feliz, lo único que puedo desearos es que, si aún no habéis dado con el libro de vuestra vida, que tengáis suerte y lo encontréis cuanto antes. Hay uno de ellos que os está esperando a la vuelta de la esquina. Y ojalá nosotros, vuestros profesores y profesoras, podamos ayudaros a conseguirlo.

 Gurb

BIOGRAFÍA ILUSTRADA DE CERVANTES

lunes, 18 de abril de 2016

Desayuno con diamantes


Desde una edad muy temprana,
fui consciente de la existencia del sufrimiento y del miedo.
Por primera vez sentí la absoluta alegría de vivir.

AUDREY HEPBURN
 




La vida sale de la muerte y se posa en esta película,
que es igual a la vida, ilusoria y frágil.
La oscuridad de la noche teje para mí
este vestido repleto de escaleras,
desciendo y me elevo sobre la ciudad
como una bruja inaudita.
Soy un halo invulnerable – el águila y la serpiente-
el amor y la aurora en un tocador de Manhattan.
Entre los últimos escombros de la luna,
soy la que desayuna con diamantes

La sonrisa de Audrey Hepburn 
Ed. Vaso Roto, 2015
Sonia Betancourt

     

Así explica la poeta tinerfeña Sonia Betancourt en una entrevista que he encontrado en una página web y he transcrito fielmente, la estructura y el sentido de su último libro: “Este libro, La sonrisa de Audrey Hepburn, es un libro que está escrito como un guión de cine; es un libro que se abre en seis secuencias y en dos escenas que parten de una lágrima que precede a un lagrimal que se va deslizando por un rostro, y que termina en una sonrisa; la defensa de una sonrisa que termina, también, en un fundido en negro. Esa sonrisa es la de Audrey Hepburn, pero también es la sonrisa del lector; es la sonrisa de todos esos personajes que van apareciendo en el libro, y que son personajes de películas protagonizadas por  Audrey Hepburn en los años 50 y 60. Y es un libro que intenta ser también una reflexión de luz, oscuridad, buscando eso que, finalmente, aporta la poesía, que es muchísima luz; una posibilidad de hacer alquimia con las cosas terribles y dramáticas y oscuras del mundo, y que invita, finalmente, a defender la alegría, y a defender también la posibilidad de transfiguración y reconversión de la realidad que tenemos todos a través del arte”.

Esta semana no he encontrado mejor modo de empezar mi comentario que utilizando las palabras de la propia autora acerca de su última obra. He conocido la poesía de Sonia Betancourt hace tan solo unos meses, cuando elaboré a partir de distintas revistas y suplementos culturales, una lista con los libros de poesía  que, a priori, más podía disfrutar entre los últimos  publicados en España. Y este libro ha sido uno de ellos.

Me interesa mucho (y el poema de esta semana es un ejemplo de ello) la influencia recíproca entre las distintas artes, en todas sus variantes clásicas y contemporáneas, tan característica de esta época a la que le hemos puesto la etiqueta de posmodernidad. Pensad que del mismo modo en que ahora estudiamos épocas pasadas con nombres como Renacimiento,  Ilustración o Vanguardia,  la realidad en que nos movemos en la actualidad y de la cual somos partícipes y creadores, será objeto de estudio en el futuro; y ahora, y recordad el nombre, somos posmodernos.

El poema de esta semana forma parte de un libro que, como ya nos ha explicado la propia autora, está escrito a modo de guión cinematográfico. La relación poesía-cine no es una novedad en sí misma, pues la influencia del cine en todas las artes, pero concretamente en la poesía comenzó en los mismos inicios del cinematógrafo y fue el cine, en palabras del prestigioso historiador de los  medios de comunicación de masas Román Gubern, el primer encuentro de la máquina con la poesía. El cine con mayúsculas como arte y como todas las artes, está lleno de poesía. En la Generación del 27, y especialmente en la de los Novísimos y posteriores generaciones, el cine ha estado muy presente en nuestros versos. Lo que sí constituye una novedad muy original es que el poemario esté concebido como un guión cinematográfico.

Breakfast at Tiffany's, o Desayuno con diamantes en español, es el título del estupendo poema de esta semana, pero primero fue el título de un relato de 1958 del genial escritor norteamericano Truman Capote,  y más tarde, el de una comedia clásica del cine de Hollywood (adaptación libérrima de la obra literaria) dirigida por Blake Edwards en 1961 y protagonizada por la mítica Audrey Hepburn (protagonista también del poema, pues éste está inspirado en la película). Abro un paréntesis para contaros una anécdota: el papel era en principio para la amiga de Truman, Marilyn Monroe, pero ésta lo rechazó por estar cansada de papeles frívolos, así que finalmente la protagonizó Audrey Hepburn, algo que al escritor no le hizo ninguna gracia. Como veis, la literatura le hace un préstamo al Séptimo Arte, y después éste se lo devuelve en forma de poema, otra vez, a la literatura; pero mucho tiempo después y muy alejados en el espacio en el que se gestó la historia original. La película no recrea ni de lejos la atmósfera de la narración ni su esencia, y el personaje cinematográfico, aunque excéntrico y con ideas poco convencionales como en la novela, está bastante alejado de la sordidez del original, pues Edwards lo aligera, ocultando sus lados más oscuros, para que sea más amable a los ojos del espectador. En el libro, el amor no existe, o acaso está vinculado al dinero; tampoco el final es un final feliz como en la película. Pero una maravillosa banda sonora, y una magnífica interpretación de la gran Audrey, bellísima, tierna y a la vez triste, convierten Desayuno con diamantes en una peli difícil de olvidar.

Audery Hepburn es un mito del cine y de la moda, algo de lo que ella siempre huía. En su infancia se inició como bailarina y sufrió, hasta el punto de identificar su vida con la de Anna Frank, la devastadora locura naci en Europa, con familiares desaparecidos y fusilados, y con imágenes de trenes cargados de judíos que partían hacia la muerte. Y se haría modelo, vendedora de cosméticos en Londres, florista y azafata, y más tarde se convertiría en estrella de cine, siendo la protagonista de títulos míticos como Vacaciones en Roma, Sabrina, Una cara con ángel, La calumnia, Charada, Guerra y paz o My fair lady. Pero también es un ejemplo de libertad, nunca vendió su imagen a marcas comerciales. Y su elegancia natural y su belleza sin exhibicionismos y toda la obra social que realizó a lo largo de su vida, le valieron la admiración de todo el mundo en todos los estratos de la sociedad.

Con versos visuales y punzantes que te dejan  muchas veces a lo largo del libro al borde del abismo, la Hepburn de Betancort, alejada de los estereotipos machistas del cine clásico, no es un objeto sexual, sino alguien que convierte su vida en un camino hacia la libertad, y que paga caro el precio de su  independencia, pero que sale victoriosa de ella.

El arte en general, y la poesía en particular, como nos recuerda Sonia Betancourt al comienzo de este comentario, tiene el poder y la capacidad transformadora de convertir los lados oscuros de la vida en claridad y luz, sirviendo como bálsamo que cura los dolores del alma. La poesía ensancha, enriquece y embellece la realidad (siempre en permanente cambio) y nuestra mirada sobre ella. Cada poema que leemos es una nueva ventana que abrimos al mundo, dejando que entre una luz limpia y un aire renovado. Leer poesía es uno de los actos más sublimes y sofisticados que puede realizar el ser humano. La poesía, frente a los nuevos lenguajes de la urgencia, es el lenguaje de la lentitud, de la pausa, del reposo interior. Cuando uno lee un poema adquiere un compromiso consigo mismo, un compromiso de búsqueda interna y externa y de crecimiento personal, ¿y qué sentido tendría la vida si no fuera crecimiento,  cambio y horizonte inexplorado?

 Gurb
 

BIOGRAFÍA DE LA AUTORA
Sonia Betancort nació en S/C de Tenerife a la una de la mañana del seis de mayo de 1977. Entre el año 1995 y el 2002 vivió en Salamanca donde estudió Humanidades, Estudios Latinoamericanos, Lenguas y culturas de India e Irán y Literatura Española e Hispanoamericana, doctorándose con la tesis “Oriente no es una pieza de museo". Jorge Luis Borges y las culturas de la India. En este campo, es autora de varios artículos y libros de crítica literaria.

En Salamanca publicó su primer libro de poemas: “Íntima Exigencia”(2000), y conoció a un grupo de yoguis, equilibristas y poetas, con los que compartió cinco años en la Tertulia Literaria Atril, para cuya editorial y revista colabora y ha editado diversas obras. También participa en numerosas antologías y otras revistas electrónicas y en papel.

Como gestora cultural y educativa de la Fundación General de la Universidad de Salamanca, entre el año 2002 y el 2009 se dejó seducir fácilmente por la aventura de vivir entre España y Buenos Aires. Además ha realizado estancias cortas en Chile, Uruguay, Brasil, Perú y Nueva York.

Entre el año 2007 y el 2009 estudió teatro (actuación) en Buenos Aires, en la prestigiosa Escuela de Julio Chávez, actividad que en 2013 continuó con Juan Carlos Corazza en Madrid. En ese campo, ha trabajado en varios cortometrajes y proyectos teatrales, en los que destaca la vinculación de las artes escénicas con el mundo de la literatura.

En el año 2009 regresó a España y presentó su libro "El cuerpo a su imán" (Madrid, Amargord), y desde entonces es Profesora de Literatura en la Universidad y crítica literaria.

Actualmente reside en Madrid y ha publicado Para ver la llanura (Venezuela, El Perro y la rana, 2014), Seis poemas para Mary Jane (México, UAM, 2014) y Contramantes (o la soledad del alfil), este último escrito en colaboración con Rubén Tejerina.
En mayo de 2015, mes del nacimiento de Audrey Hepburn, vio la luz su nuevo poemario, La sonrisa de Audrey Hepburn (Madrid, Vaso Roto).


     

lunes, 11 de abril de 2016

Un vaso de agua


qué
suceso increíble:
llené un vaso de agua y lo alcé hasta mi boca.
Era ya media tarde. Me había detenido
cerca de una ventana, aquí, en mi casa,
en este día tan claro de febrero.
Llegó el vaso a mis labios
y en ese mismo instante lo atravesó de pronto
un haz muy apretado y muy intenso
de luz del sol poniente.
Cuántos asombros. Todo rompió a arder
con lumbre limpia y mágica:
el agua y el cristal, el cuarto entero,
mis ojos y mis manos y mi vida.
Sin dar ni un solo paso estuve en todas partes.
No sé cómo decir lo que ocurrió,
cómo expresar que sucedieron siglos
de redención y bienaventuranza.
Oro licuado y tembloroso el mundo,
astilla viva yo de un súbito diamante.

Quién lo diría
Eloy Sánchez Rosillo
Ed. Tusquets (2015)

     
           


Un vaso de agua es el primer poema del último libro del escritor murciano Eloy Sánchez Rosillo. En él el poeta nos habla de un suceso tan trivial y cotidiano que nada de interés puede suscitar en el lector: beberse un vaso de agua. Y, verdaderamente, no sucede nada extraordinario en el poema hasta la mitad del mismo, justo en el momento en que lo eleva hasta su boca y ocurre lo insólito: “Cuántos asombros. Todo rompió a arder…”, nos susurra al oído el poeta a modo de confesión, y continúa “Sin dar ni un solo paso estuve en todas partes…/ cómo expresar que sucedieron siglos…” Con una rotunda sencillez,  Sánchez Rosillo  nos habla de algo en realidad muy complejo de percibir, que es la ruptura del espacio y del tiempo propia de la experiencia mística, en donde el mundo se convierte en “oro licuado y tembloroso” y el yo, el ego, se transmuta en “astilla viva de un súbito diamante”; es decir, se disuelve en la esencialidad del Todo en el que arde y al que pertenece.
 Quién lo diría es el libro que incluye estos versos, y en él el autor sostiene el mismo tono que en el poema elegido para  esta semana; un tono alejado de toda retórica poética en el que el equilibrio ente sencillez y hondura es perfecto. Partiendo de sucesos, como ya hemos apuntado más arriba, tan cotidianos como beberse un vaso de agua, dar un paseo por la orilla del mar, el canto de un mirlo, la visión de un estornino o el sonido de las cigarras en un caluroso día de verano,  el otoño o el invierno, el autor, a partir de una sintaxis cristalina, un léxico corriente de andar por casa, y sin levantar la voz, crea un libro de versos tan diáfano y bello que creo puede convencer al mismo tiempo al lector más avezado y al más inexperto.
 Me sumo con Eloy Sánchez Rosillo a esta mística de lo cotidiano ajena a cualquier confesión religiosa que acierta a ver en cada cosa una ráfaga de la armonía sagrada que inunda al universo; de la divinidad sin dioses que lo cerca; de la espiritualidad laica a la que me adscribo y que, desde aquí, reivindico, pues ésta no es patrimonio exclusivo de las religiones.
Conságrate tú, lector y alumno, al presente sin reservas, a su manantial sereno y fecundo; entrégate con devoción al aquí y al ahora, y despierta y abre los ojos y contempla perplejo esa realidad tan vasta y difícil de nombrar, y que está más allá de lo perceptible por los sentidos en la infinitud de tu conciencia.  Y no pienses que es una experiencia sobrehumana a la que solo los místicos o los monjes budistas tienen acceso. Estoy completamente seguro de que, consciente o inconscientemente, tú, que ahora lees este comentario, alguna vez has sentido la belleza de existir y la alegría de percibirlo en un súbito rapto de emoción sin límites como el que nos cuenta nuestro poeta de esta semana.
En mi caso es algo que cada vez siento con más frecuencia y lo asumo con más naturalidad. Y que ha llegado a mí, poco a poco: agotado en mí el paradigma judeocristiano a los diecinueve años, me tiré a la calle y a las bibliotecas a seguir buscando, pues lo que no ha cesado en ningún momento durante estos años ha sido mi afán de conocimiento y mi sed espiritual. Y ha sido la propia experiencia de la vida en la contemplación de la naturaleza, y en los libros, el arte, la música o el cine, donde he encontrado algunas respuestas  a la provisionalidad de mis preguntas y donde he encontrado el camino  de mi personal y única espiritualidad. San Juan de la Cruz, Bob Dylan, Miguel Ángel, Scorsese, Borges, Caravaggio, Leonard Cohen, Roberto Bolaño, Beethoven o Camarón, Woody Allen o Wim Mertens son solo algunos ejemplos de alguno de los puentes que me han llevado al otro lado del más acá, en donde la mente se detiene y uno entra en un estado de plenitud y contemplación beatífica de una realidad innombrable e inconmensurable que está más allá de la apariencia de lo físico y de la ilusión del tiempo.
La poesía de Sánchez Rosillo es un oasis atemporal en mitad del desierto de un mundo que a veces se vuelve excesivamente árido y seco, precisamente por ocultar en exceso lo que está más allá, lo que es trascendente y común a todos los seres humanos. Aprende de las enseñanzas de Jesús, Buda, Krishna, Lao-Tse o Mahoma; cada uno en su tiempo y en su lengua ha intentado explicar lo mismo. Y somete a juicio sus religiones, de una u otra manera, deliberadamente o no, han tergiversado su mensaje; pero no te conformes con él, ve más allá. No creas en nada simplemente porque lo diga la tradición o muchas generaciones de personas lo hayan creído. Comienza en solitario el camino de tu espiritualidad individual y personal, pues tu vida es única e irrepetible; confía en ti, en tu intuición, porque lo que puede hallarse está en el centro de ti mismo. Experimenta y aprovecha todas las enseñanzas de todas las tradiciones místicas y somételas al dictamen de tu razón y de tu corazón, y quédate de cada una lo que verdaderamente te haya servido a ti. Y, finalmente, desnudo de ti mismo, ábrete a esa belleza de la que formas parte, a la que los griegos llamaban Eros (Amor universal, impulso cósmico y primordial que gobernaba la propia vida de los dioses). 
Beber de la poesía de Eloy Sánchez Rosillo es una buena manera de comenzar a atisbar todo aquello de lo que llevamos hablando un rato. Sé valiente y comienza a caminar por ti mismo.



BIOGRAFÍA DE ELOY SÁNCHEZ ROSILLO

Eloy Sánchez Rosillo. Murcia, 24 de junio de 1948
Con tan solo siete años, Eloy debe hacer frente a la muerte de su padre, aciago episodio éste que marcará su niñez, proporcionándole una precoz toma de conciencia de lo efímero de la vida y del sentimiento de pérdida.
Vocación Literaria
Durante su adolescencia, el joven Eloy experimenta sus primeras curiosidades intelectuales, enfrascándose en la lectura de autores como Giacomo Leopardi, poeta romántico italiano del siglo XIX al que Eloy profesará gran admiración desde sus primeras lecturas.
Movido por la vocación literaria que comenzaba a despuntar en él, Eloy Sánchez Rosillo estudia la Licenciatura de Filosofía y Letras en la Universidad de Murcia, en la que se desmarca como alumno aventajado obteniendo el Premio Extraordinario de su promoción.
Durante estos años de juventud, Rosillo realiza sus primeras incursiones en el mundo literario escribiendo poemas que dará a conocer en diversas revistas, al tiempo que escribe algunos libros inéditos.
En el verano de 1973, el joven poeta murciano viaja a Italia con el fin de realizar unos cursos de italiano en la prestigiosa Università per Stranieri, donde tiene ocasión de comprar algunos libros de Leopardi y de indagar en la obra de su admirado poeta.
Primeras obras
A finales de la década de los 70, Eloy Sánchez Rosillo se da por fin a conocer como poeta, con la publicación de su libro 'Maneras de estar solo', con el que consigue, en 1977, el más prestigioso premio de poesía de nuestro país, el Premio Adonais, convirtiéndose en el primer y único representante de dicho galardón en Murcia.
Con la llegada de la década de los 80, Eloy publica su segundo libro bajo el título  Páginas de un diario, en el que el poeta se instala en una lírica sincera, diáfana y carente de artificio, parámetros que definen su obra.
Movido por un afán de indagación en la obra de Giacomo Leopardi, en 1982 realiza otra estancia en Italia, esta vez viaja a Florencia con el fin de conocer de primera mano los orígenes del poeta. A la vuelta de su viaje decide comenzar a traducir a Leopardi.
La década de los 80 constituye una época muy fructífera para Rosillo, que continúa publicando libros, como Elegías (1984) y Autorretratos (1989), se convierte en padre en 1985 y en 1989 lee su libro La fuerza del destino. Vida y obra de Luis Cernuda, como tesis doctoral en la Facultad de Letras de la Universidad de Murcia. Posteriormente, en 1992 este libro se publica con algunas correcciones lógicas.
En la actualidad
En 1996 edita su quinto libro de poemas, La vida, en el que se aprecian destellos autobiográficos y también ese tono elegíaco que caracteriza toda su obra poética. Dos años más tarde publica por fin su famosa Antología poética de Giacomo Leopardi, en la que recopila y traduce los poemas más memorables del poeta italiano.
Eloy Sánchez Rosillo vive actualmente en Murcia, de cuya Universidad es profesor titular de Literatura Española en la Facultad de Letras de la Universidad de Murcia, y ha publicado en el 2004 Las cosas como fueron (1974-2003), una recopilación de sus cinco poemarios junto con algunos poemas inéditos. Su último libro de poesía Quién lo diría fue publicado el pasado año.

domingo, 3 de abril de 2016

Mereces un amor




Mereces un amor que te quiera despeinada,
incluso con las razones que te levantan de prisa
y con todo y los demonios que no te dejan dormir.
Mereces un amor que te haga sentir segura,
que pueda comerse al mundo si camina de tu mano,
que sienta que tus abrazos van perfectos con su piel.
Mereces un amor que quiera bailar contigo,
que visite el paraíso cada vez que ve tus ojos
y que no se aburra nunca de leer tus expresiones.
Mereces un amor que te escuche cuando cantas,
que te apoye en tus ridículos,
que respete que eres libre,
que te acompañe en tu vuelo,
que no le asuste caer.
Mereces un amor que se lleve las mentiras,
que te traiga la ilusión,
el café
y la poesía.

Frida Kahlo

Si hoy en día las mujeres siguen en situación de desigualdad respecto a los hombres en el mundo del Arte, nos podemos imaginar por lo que tuvieron que pasar aquellas mujeres de otras épocas que poseían algún don artístico. Su trabajo quedó diluido en una Historia del Arte que hablaba en masculino. No sólo no se valoraba su trabajo, sino que en muchos casos ni siquiera estaban autorizadas para realizar según qué oficios. Hoy sabemos que algunas de las obras atribuidas a pintores o escultores varones fueron en realidad hechas por mujeres lo cual demuestra que pese a todo, no hay una gran diferencia entre el arte realizado por unos u otros.

Actualmente, todavía vemos que tanto la fama como el valor de las artistas femeninas sigue permaneciendo en un segundo plano. Prueba de ello, son algunos estudios que aseguran que los trabajos de las artistas más cotizadas tienen un valor hasta 10 veces menor que los de sus colegas varones. Uno de los casos más sangrantes en la Historia del Arte lo tenemos en la biografía de la artista estadounidense Margaret Keane, quién vio como durante años su marido se atribuyó la autoría de su obra, la humilló y hasta la amenazó de muerte; recuperaría su reputación en los tribunales y en la película de Tim Burton Big Eyes que en 2014 le rinde homenaje.

Y compleja será también la vida de la artista Frida Kahlo, autora del hermoso poema de esta semana. Es consabido que México no es precisamente el país más feminista del mundo y allí nació ella. Igual de conocida es su lucha contra las limitaciones de un cuerpo destrozado en un accidente de tranvía y que acabó convirtiéndose en una especie de perpetua cárcel de dolor o su tormentosa relación con su esposo, Diego Rivera, genio nacional por antonomasia en aquel momento, y al que hoy sin duda ha eclipsado en aceptación popular en todo el mundo. Frida afirmó “tuve dos accidentes en mi vida, el tranvía y tú, Diego”. Ella se sobrepuso a todo a través de la creación artística. La obra de Kahlo puede parecer exótica y naïf, pero refleja de forma muy cruda el sufrimiento físico y emocional de su autora. Siendo aún muy joven, en plena adolescencia, Frida sufrió un terrible accidente que cambiaría su vida y la forma de verse a sí misma radicalmente. El autobús en el que iba la joven de regreso a su casa fue arrollado por un tranvía causándole múltiples lesiones en la columna, piernas, pie… e incluso la infertilidad. Fue precisamente en su convalecencia cuando comenzó a pintar de manera continuada. Su arte llamó la atención del vanguardista André Breton y fue admirado por grandes artistas de la talla de Duchamp o Picasso. El propio Breton trató de encasillar la obra pictórica de Kahlo como surrealista a lo que ella respondió “yo no pinto mis sueños, pinto mi realidad”; y sí, pintaba su dura realidad, con sus luces y sombras y entre ellas la relación con su esposo, el artista mexicano Diego Rivera, que influyó poderosamente en su obra tanto estilística como temáticamente, comenzando en este momento a incluir un fuerte componente político en su producción. Y será político  el suceso que le llevó a ser arrestada junto a él; entre 1937 y 1939 el revolucionario León Trotsky vivió exiliado en la casa de Frida en Coyoacán, junto a su mujer. Allí Frida tendrá un romance con el líder comunista. Después del asesinato de Trotsky a manos del miembro de la NKVD estalinista Ramón Mercader, Frida fue acusada como autora del mismo.

Si bien es cierto que su producción artística no fue demasiado extensa –apenas unas ciento cincuenta obras- su calidad es admirable. El rico y brillante colorido típico del arte mexicano aparece conjugado con motivos vanguardistas europeos y otros procedentes de las culturas precolombinas.

Pocos artistas han sido tan valientes y directos como ella en el registro autobiográfico. Pienso además que hacernos ver que un tupido entrecejo femenino puede constituir un rasgo de belleza es un logro más importante de lo que pueda parecer a simple vista…

Convertida en un icono de arte mexicano del siglo veinte, Frida Kahlo además dejó un legado de moda folclórica por los vestidos llamativos que llevaba, compuestos de faldas amplias y blusas largas, acompañadas de vistosos accesorios. Ha sido portada de la revista Vogue en numerosas ocasiones. El estilo Frida Kahlo ha creado escuela en todo el mundo. Son muchos los diseñadores de talla internacional que han tomado como patrón los estilismos de la artista mexicana. Riccardo Tisci, de Givenchy; la japonesa Rei Kawakubo, de Comme des Garçons; Dai Rees o Jean Paul Gaultier, entre otros.

Frida se adelantó a su tiempo, su persona atormentada y transgresora cautivó al gran público pese a que su mayor reconocimiento le llegaría una vez fallecida: Tierna como las alas de una mariposa y dura como la vida misma”, así definió Diego Rivera la pintura de su “amiga, compañera y mujer”.

Elisabeth Luna, profesora de Historia del IES. Sácilis.


El cantautor Pedro Guerra le dedicó a la singular pareja de artistas mexicanos esta emocionante canción titulada "El elefante y la paloma" basada en los diarios de ella.

BIOGRAFÍA FRIDA KALHO
(Magdalena Carmen Frida Kahlo; Coyoacán, México, 1907 - id., 1954) Pintora mexicana. Aunque se movió en el ambiente de los grandes muralistas mexicanos de su tiempo y compartió sus ideales, Frida Kahlo creó una pintura absolutamente personal, ingenua y profundamente metafórica al mismo tiempo, derivada de su exaltada sensibilidad y de varios acontecimientos que marcaron su vida.


A los dieciocho años Frida Kahlo sufrió un gravísimo accidente que la obligó a una larga convalecencia, durante la cual aprendió a pintar, y que influyó con toda probabilidad en la formación del complejo mundo psicológico que se refleja en sus obras. En 1929 contrajo matrimonio con el muralista Diego Rivera; tres años después sufrió un aborto que afectó en lo más hondo su delicada sensibilidad y le inspiró dos de sus obras más valoradas: Henry Ford Hospital y Frida y el aborto, cuya compleja simbología se conoce por las explicaciones de la propia pintora. También son muy apreciados sus autorretratos, asimismo de compleja interpretación: Autorretrato con monos o Las dos Fridas.
Cuando André Breton conoció la obra de Frida Kahlo, afirmó que la mexicana era una surrealista espontánea y la invitó a exponer en Nueva York y París, ciudad esta última en la que no tuvo una gran acogida. Frida nunca se sintió cerca del surrealismo, y al final de sus días rechazó abiertamente que su creación artística fuera encuadrada en esa tendencia.

 

En su búsqueda de las raíces estéticas de México, Frida Kahlo realizó espléndidos retratos de niños y obras inspiradas en la iconografía mexicana anterior a la conquista, pero son las telas que se centran en ella misma y en su azarosa vida las que la han convertido en una figura destacada de la pintura mexicana del siglo XX.
La obra de Frida Kahlo
La producción de la artista mexicana es un ejemplo de ese tipo de arte que sirve como poderoso instrumento con el que exorcizar la angustia de una realidad hostil. El signo trágico de su existencia, marcada por la lucha contra la enfermedad, había comenzado cuando a los seis años contrajo una poliomielitis que le dejó importantes secuelas. En 1925 sufrió un grave accidente de tráfico que le fracturó la columna vertebral y la pelvis. Además de imposibilitarle tener hijos, el accidente fue la causa de numerosas operaciones futuras y de una salud siempre precaria.
A través de la pintura, que empezó a practicar en los largos meses de inmovilidad tras el accidente, Frida Kahlo reflejaría de forma soberbia la colisión entre su ansia de felicidad y la insistente amenaza de su destrucción, a la vez que conjuraba la dualidad irreductible entre los sueños (de amor, de hijos) y la realidad (dolor e impotencia).
Durante la convalecencia del accidente, sin poder ni siquiera incorporarse, comenzó a pintar tomándose ella misma como modelo principal. Le colocaron un espejo bajo el baldaquino de su cama y un carpintero le fabricó una especie de caballete que le permitía pintar estando acostada. Éste fue el inicio de una larga serie de autorretratos, tema que ocupa el grueso de su producción, de carácter fundamentalmente autobiográfico. En una ocasión afirmó: "Me retrato a mí misma porque paso mucho tiempo sola y porque soy el motivo que mejor conozco." En poco tiempo Frida desarrolló un vocabulario simbólico propio; con él acompañaba sus retratos para representar metafóricamente sus experiencias y sus pensamientos.


Influida por las ideas de vindicación de identidad que propagaba el nacionalismo revolucionario, Frida vestía con largas faldas mexicanas, moños trenzados con cintas de colores y collares y pendientes precolombinos. Así la encontramos en Autorretrato como Tehuana (1943, Colección Natasha Gelman, Ciudad de México), representada como mexicana "auténtica" y acentuando sus rasgos mestizos (tenía sangre española, india y alemana). Producto de esa misma ideología nacionalista son los fondos de algunas de sus obras como el Autorretrato con monos (1943, Colección Natasha Gelman, Ciudad de México), en el que su figura aparece recortada sobre plantas selváticas y rodeada de animales, o aquellos en los que retoma imágenes de la cultura precolombina, como Mi nana y yo (1937, Colección Dolores Olmedo, Ciudad de México).
Otras veces, como en Autorretrato - El Marco (1938, Museo Nacional de Arte Moderno, Centro Georges Pompidou, París), se inspira en la imaginería popular y muy específicamente en los retablos cargados de ese barroquismo ingenuo y colorista tan específicamente mexicano que conjuga vívidamente lo espectacular con lo escatológico.
Una de las formas más comunes del arte popular mexicano son los exvotos. Frida vincula a esta tradición sus cuadros de desarrollo narrativo representando de forma sintética los elementos más significativos y de mayor carga expresiva. El tamaño pequeño de los cuadros y la técnica (óleo sobre plancha metálica) proviene también de ellos.

 

Esta fusión entre la temática personal y las formas de la imaginería popular se encuentra expresada de forma emblemática en la obra Henry Ford Hospital (1932, Colección Dolores Olmedo, Ciudad de México). A pesar del accidente, Frida esperaba que su segundo embarazo llegara a buen término, pero su pelvis fracturada no podía acoger el desarrollo de un niño. La traumática experiencia de un nuevo aborto fue el origen del cuadro.
La adopción de las formas narrativas de los exvotos tiene su mejor ejemplo en una pieza singular titulada Retablo (1943, colección privada). Frida había encontrado un exvoto que representaba el choque entre un tren y un autobús; una muchacha herida yacía sobre las vías y la imagen de la Virgen de los Dolores flotaba sobre la escena. Añadiendo a la chica sus propias cejas y unos rótulos al tren y al autobús, lo convirtió en la representación de su propio accidente. En la parte inferior escribió: "Los esposos Guillermo Kahlo y Matilde C. de Kahlo dan gracias a la Virgen de los Dolores por haber salvado a su niña Frida del accidente acaecido en 1925 en la esquina de Cuahutemozin y de Calzada de Tlalpan."

 

Tras superar algunas graves crisis de salud, y de forma idéntica a como lo hacen los creyentes con los santos de su devoción, Frida mostró su agradecimiento a los médicos mediante pinturas que siguen rigurosamente las convenciones del exvoto. Muestras de ello son las obras dedicadas al doctor Eloesser y al doctor Farill.
Pero no sólo la enfermedad fue causa de sus trastornos y metáfora de sus pinturas; los reveses de su vida afectiva también fueron tematizados en cuadros que constituyen depuradas síntesis simbólicas. En El corazón (1937, Colección Michel Petitjean, París), la ausencia de manos expresa su impotencia y desesperación ante el enredo amoroso entre Diego Rivera y su hermana Cristina. Su corazón, literalmente arrancado, yace a sus pies y posee un tamaño desmesurado que refleja la intensidad de su dolor. Junto a ella, un vestido femenino, que alude a su hermana, pende de un hilo, a la vez que de sus mangas sale un único brazo que enlaza y un palo atraviesa el hueco que ha dejado su propio corazón.

 

Frida y el surrealismo
La apariencia onírica de sus imágenes propiciaba la relación de su simbología con el surrealismo, algo que Frida Kahlo negaría rotundamente: "Se me tomaba por una surrealista. Ello no es correcto, yo nunca he pintado sueños, lo que yo he representado era mi realidad."


Pero Frida no sólo rechazó el carácter surrealista de su pintura, sino que profesó una profunda aversión hacia los representantes del movimiento. Había conocido a Breton en México en 1938 y al año siguiente pasó varios meses en París, donde tuvo ocasión de entrar en contacto con los otros surrealistas. La opinión que le merecían la expresó sin cortapisas en una carta que escribió desde allí a Nicolas Muray: "No puedes imaginarte lo joputas que son esta gente; me hacen vomitar. Son tan condenadamente intelectuales y degenerados, que ya no los aguanto más."
Frente a las representaciones oníricas o al automatismo psíquico de los surrealistas, los numerosos símbolos que Frida Kahlo introduce en sus cuadros poseen significaciones precisas y son producto de la actividad consciente. Su obra se origina y procede de una continua indagación sobre sí misma, y manifiesta los estados de ánimo de forma precisa y deliberada, materializando las oscilaciones entre el sufrimiento y la esperanza. El carácter simbólico de su pintura da cauce a la expresión vehemente de una personalidad apasionada para la que el arte es desafío y combate, lucha violenta contra la enfermedad, pero también repliegue ensimismado hacia su yo interior y huella del reconocimiento doloroso de su identidad maltrecha.